No somos eternos, ¿por qué desperdiciar el tiempo como si lo fuéramos?
Cuando hablamos de metas y proyecto de vida, un factor que a veces damos por sentado es que tendremos todo el tiempo que sea necesario para lograr lo que nos propongamos, pero y si no fuera así, ¿en qué ocuparíamos el tiempo?
La vida tiene dos hechos innegables: su misma finitud ya que no dura para siempre y lo impredecible de su conclusión ya que nunca se sabe cuándo se acabará. Con estas dos premisas lo más lógico sería que cada uno de nosotros aprovechará su tiempo al máximo y viviera cada día como si fuera el último, pero el ser humano se caracteriza precisamente por no ser un ente eminentemente lógico sino también emocional y es cuando las cosas toman rumbos diferentes.
El tema de la conclusión de la vida para la mayoría no es un tema agradable por dos consideraciones, la primera es que no es controlable por nosotros (con lo cual escapa de nuestras manos) y la segunda es por lo incierto de lo que acontece sobre todo después de la conclusión de la vida.
Por otra parte, hay quienes ven en ello, no un pretexto para sentirse mal, sino para dimensionar correctamente las cosas ya que si la vida es finita, ¿conviene desperdiciarla? Cuando hablamos de desperdiciarla no nos referimos exclusivamente a perder el tiempo, sino más bien a utilizarlo en cuestiones que más que darnos, nos quitan. ¿Cuánta gente conocemos que utiliza sus días, meses y años en rumiar amarguras, dolores y rencores?, ¿cuánta gente deja que pasen los días, meses y años sin atreverse a sanar esa herida mediante el perdón o la simple reconciliación?, ¿cuánta gente deja pasar los días, meses y años sin realmente permitirse disfrutar de este pequeño interludio consciente que es su vida?
Dicen que un discípulo le preguntó su maestro si existía vida después de la muerte, y dicen que el maestro le contestó que más bien debería preocuparse por buscar la vida antes de la muerte.
Así como hay gente que destina una cantidad considerable de tiempo a cuestiones que en vez de darle le quitan, hay quienes pasan por este mundo difiriendo el momento de ser realmente persona, que el miedo, la cobardía o la comodidad le impiden erigirse como dueño de su destino y deja que otros decidan.
Una manera rápida de reflexionar me gusta hacerla cuando el miedo, la vergüenza, o la duda hacen que alguien no se anime a actuar y es comentarle que dentro de mil años nadie se acordará de eso así que ¿por qué no?
Hay varios pensamientos, adjudicados a personalidades desde Borges hasta Chaplin, referentes a «si volviera a vivir mi vida». Generalmente ese tipo de reflexiones se hace cuando se acerca el final y la vida ya se ha utilizado de una forma o de otra, pero tú, que tienes ahorita la posibilidad de sentarte un momento y pensar en el escaso tiempo que se te ha asignado, ¿en qué lo quieres utilizar?
Tus sueños, tu persona, tu familia, tus amigos, tu mundo, todo ello espera por las acciones que realizaras en este presente y que tendrán un eco en la eternidad, después de todo no somos eternos, ¿por qué desperdiciar el tiempo como si lo fuéramos?
Roberto Celaya Figueroa, Sc.D.
Formación • I+D+i • Consultoría
Desarrollo Empresarial – Gestión Universitaria – Liderazgo Emprendedor
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