La fe edifica puentes de muchos pisos
Mons. Sigifredo Noriega Barceló
“Mujer, ¡qué grande es tu fe!” Mateo 15, 21-28
¿Se pudiera construir un futuro cierto y seguro sólo repitiendo sucesos del pasado? Con frecuencia oímos decir a personajes políticos que hay que reivindicar y ‘hacer justicia’ sobre ello. Se involucraría a personas y pueblos, ideologías y visiones religiosas, modos de leer e interpretar la historia. ¿Aplicaría también en educación, campo decisivo en el presente y futuro de ciudadanos y pueblos?
Si fuera así, no sé cómo le hubiera ido a Jesús y a las escuelas de su tiempo… Mi duda surge de las palabras que dirige a la mujer cananea (no judía): “No está bien quitarles el pan a los hijos para echárselo a los perritos”. La expresión podría sonar ofensiva, intolerante, despectiva, ¿conservadora? Seguramente Jesús ya hubiera sido denunciado ante alguno de nuestros tribunales por la presunción del delito de misoginia, discriminación, xenofobia y lo que resulte.
¿Procedería la acusación? ¿Seríamos cómplices los cristianos del siglo veintiuno? ¿El Evangelio de Jesús caería en descrédito por no favorecer los derechos humanos de mujeres, migrantes extranjeros, personas con pensar diferente? No hay duda que son cuestionamientos fuertes… Comprender el contexto de ‘aquel tiempo’ nos puede ayudar a entender las sensibilidades de ‘este tiempo’.
Detrás del pasaje evangélico que escuchamos este domingo, hay una larga historia de tensiones entre la religión israelita y la del pueblo cananeo, considerado pagano. Cuando la mujer se acerca a Jesús ya hay un camino andado de conflictos y guerras, acercamientos y búsquedas. Entonces acontece algo inimaginable en aquel tiempo: los discípulos piden a su Maestro que atienda a la mujer. Jesús profundiza en la respuesta que da a los suyos y a la mujer… El encuentro de los dos pueblos se da en la frontera y transforma la relación para bien. Las diferencias entre las personas y los pueblos deben ser lugares de búsqueda, encuentro y acogida.
La actitud de la mujer es asombrosamente humilde. Nos recuerda al centurión, al buen samaritano, al publicano. Su respuesta es una gran lección de dignidad: “También los perritos -es decir, los paganos- se comen las migajas que caen de la mesa de sus amos -es decir, los judíos-”. Jesús, sorprendido, la levanta y le dice: “Mujer, ¡qué grande es tu fe!”. Con este gesto se rompen los muros que dividían a judíos y cananeos. Una vez más, la fe auténtica es capaz de mover montañas y construir puentes de dos pisos y más.
No hay delito que perseguir… La dignidad de las personas que intervienen en el relato es respetada y su defensa/promoción es propuesta como tarea permanente de/para todos. La fe de la mujer construye puentes. Es la fe de los sencillos, los limpios de corazón, los comprometidos. La compasión de Jesús termina por sepultar prejuicios y perdonar historias tóxicas. La fe de la mujer cananea invita a aceptar las sanas diferencias como una oportunidad para construir la paz entre personas, familias y pueblos.
Deseo la bendición a quienes participan en la preparación y el inicio del ciclo escolar 2023-2024, con libros o sin libros de texto… Todos somos aprendices. ¡Ánimo!
Con mi afecto y bendición.
Originario de Granados, Sonora.
Obispo de/en Zacatecas