Desigualdad: ni tanto que queme al santo…

ESPECIAL, jul. 29.- Los resultados de la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares (ENIGH) 2022 del INEGI fueron celebrados por el presidente López Obrador, quien dijo estar “muy contento” y sentirse como “pavorreal”.

Hay razones para estar optimista, pero no es como para ‘echar las campanas al vuelo’, pues el país tiene niveles de desigualdad muy elevados. Veamos algunos datos:

Al comparar 2018 con 2022 y ajustando por inflación, se observa que existe una recuperación en el ingreso de los hogares en México de 4.6 por ciento.

Pero al comparar 2020 –cuando el ingreso familiar se vio muy afectado por la pandemia– y 2022, el incremento es de 11 por ciento.

Este 11 por ciento más que contrarresta la caída en el ingreso de 5.8 por ciento en 2020 con relación a 2018.

La ENIGH revela que el 90 por ciento de los hogares en México anotó una recuperación en su ingreso entre 2018 y 2022.

La mayor recuperación se dio en el decil más bajo, el de menor ingreso, donde se incrementó 19.9 por ciento.

El ingreso de los deciles centrales, donde está la clase media, creció entre 7.6 y 9.8 por ciento en ese periodo de cuatro años.

Sólo decreció en el decil más alto, el de mayor ingreso, donde se contrajo 2.2 por ciento, sin que alcanzara a ser un cambio “estadísticamente significativo”.

Los datos sobre la recuperación del ingreso en casi toda la distribución revelan que los hogares más pobres mejoraron el doble que los de la clase media.

Otra lectura de la encuesta nos dice que continúa disminuyendo la brecha de ingresos entre deciles de hogares.

Los del decil I, donde está el 10 por ciento de los hogares con ingresos más bajos, perciben 15 veces menos que los del decil X, donde está el 10 por ciento de los hogares con los mayores ingresos.

Sin embargo, la brecha de ingresos entre un extremo y otro es menor a la de 16.4 veces en 2020, de 18.3 veces en 2018 y de 20.8 veces en 2016.

La ENIGH muestra una disminución en la desigualdad del ingreso, medida por el coeficiente de Gini con transferencias, cuyo valor bajó de 0.43 en 2018 a 0.40 en 2022.

El Gini es una medida de la desigualdad que indica que cuando todos tienden a ganar lo mismo, su valor se acerca cero y la concentración del ingreso es menor.

Por el contrario, cuando el ingreso se concentra en unos cuantos, su valor se aproxima a uno.

No obstante, el retroceso del Gini no debe interpretarse como si hubiera reducción significativa de la desigualdad en México.

Además, como lo anota el INEGI, el coeficiente de Gini “generalmente está influido por la subdeclaración de los ingresos de las personas en los estratos más altos”.

Tal cual, los hogares de más altos ingresos no incluyen información correcta en la ENIGH, lo que lleva a una subestimación del ingreso en el último decil.

A reserva de hacer un análisis más puntual de las cifras, la reducción de la desigualdad podría obedecer más a la contracción del ingreso en los estratos más altos que a la mejoría del ingreso en los estratos más bajos.

Mientras el promedio del ingreso mensual en los hogares del decil alto disminuyó en mil 470 pesos entre 2018 y 2022, el correspondiente a los del decil bajo se incrementó en 927 pesos en esos cuatro años.

De acuerdo con Rodolfo de la Torre, director de Movilidad Social del Centro de Estudios Espinosa Yglesias, “el ingreso corriente en su totalidad aumentó de forma modesta –4.6 por ciento– para ser un periodo de cuatro años”.

La desigualdad de los ingresos, por su parte, se redujo de 2018 a 2022 a un ritmo anual menor al que se registró de 2016 a 2018.

El experto explica que “el motor principal de este cambio, por un lado, corresponde al ingreso por trabajo, pero de forma inesperada no son las remuneraciones por trabajo subordinado, que prácticamente no cambian, sino los ingresos por trabajo independiente, que tienen un aumento mucho mayor”.

En efecto, la ENIGH reporta que en 2022 las remuneraciones por trabajo subordinado, que son el mayor componente del ingreso en el país, aumentaron 1.6 por ciento con relación a 2018, mientras que los ingresos por trabajo independiente crecieron 12.9 por ciento.

Para De la Torre, “sí hay una reducción en la desigualdad, pero no hay un cambio decisivo, algo que nos haga pensar que hubo un quiebre respecto a la historia pasada, más bien es la continuación de una tendencia que ya veníamos observando”.

El hecho es que en el país aún persiste una gran desigualdad en la distribución del ingreso, además de que persisten amplias brechas regionales.

Tan es así que la brecha entre Baja California Sur, que tiene el mayor ingreso promedio por hogar, y Chiapas, que está en el otro extremo, es de 2.3 veces.

La desigualdad es aún muy elevada en México.

Información de www.elfinanciero.com.mx

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