Tácticas de reelección, lo común en dirigentes partidistas

Con reformas estatutarias a modo y con el argumento de la proximidad de la elección presidencial de 2024, los líderes de los partidos políticos buscan perpetuarse en sus cargos, pese a las quejas de militantes.

Con reformas estatutarias a modo y con el argumento de la proximidad de la elección presidencial de 2024, los líderes de los partidos políticos buscan perpetuarse en sus cargos; esto ha provocado quejas de renombrados militantes y las inconformidades han costado destituciones, exclusiones y hasta la expulsión de sus institutos políticos, a pesar de su larga militancia.

CIUDAD DE MÉXICO, abr. 23.- Por la vía de la reelección, los llamados “liderazgos morales” o bien las reformas estatutarias a modo, los dirigentes de los partidos políticos se han procurado periodos prolongados que generan inconformidad interna. Y el común denominador en cada una de las fuerzas políticas es que, a quien se opone, se le pasa factura con destituciones, exclusiones o, de plano, la expulsión.

Con la decisión del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) el pasado miércoles 19, Morena, el partido gobernante, consiguió el aval de la institucionalidad electoral para la ampliación de mandato por un año para Mario Delgado Carrillo, como presidente, y de Citlalli Hernández, como secretaria general.

El partido fundado por Andrés Manuel López Obrador se sumó así a las prácticas que, desde el segundo semestre de 2022, habían iniciado sus principales opositores; el PAN, donde en septiembre se reeligió como dirigente Marko Cortés Mendoza, y el PRI, que en plenas fiestas decembrinas aplicó una reforma estatutaria para la ampliación de periodo de Alejandro Moreno Cárdenas.

Los argumentos para las reformas estatutarias de Morena y del PRI fueron idénticos en el fondo, aunque diferente en las formas, palabras más o menos, ya que cambiar la dirigencia ante la proximidad de la elección presidencial de 2024 complicaría la vida interna del respectivo partido.

En el caso de Morena, la renovación de sus órganos internos fue largamente postergada. Luego de que en diciembre de 2017 López Obrador dejó la dirigencia a Yeidckol Polevnsky, quien intentó perpetuarse infructuosamente en el cargo pero fue destituida por el consejo nacional. A su relevo llegó Alfonso Ramírez Cuéllar, quien condujo al partido hasta la realización del proceso interno que favoreció a Mario Delgado a finales de septiembre de 2020 por un periodo de tres años, que se cumplen este agosto.

Mario Delgado fue aplazando la renovación de dirigencias estatales, consejo nacional e inclusive el padrón de militantes hasta pasadas las elecciones de junio de 2022, cuando finalmente convocó a las asambleas distritales que implicaron un enorme despliegue territorial, no exento de denuncias por acarreo, compra de votos, intromisión de superdelegados del gobierno, que llevaron a participar a la jornada de votación a beneficiarios de programas sociales, entre otras prácticas que motivaron quejas de militantes.

Las impugnaciones fueron interpuestas ante la Comisión Nacional de Honestidad y Justicia, que sin embargo las desechó, por lo cual éstas fueron a dar al TEPJF. Entre los principales promoventes se encontraban militantes, mayoritariamente fundadores del partido o con larga militancia en las izquierdas partidistas, agrupados en la Convención Nacional Morenista (CNM), cuyo convocante fue el académico John Ackerman.

Pese a que los procesos estaban abiertos por dichas elecciones de consejeros nacionales, Morena convocó al Congreso Nacional en septiembre de 2022, donde se aprobaron, sin posibilidad de discusión, decenas de reformas a sus documentos básicos, destacadamente la ampliación del periodo de Mario Delgado y Citlalli Hernández hasta agosto de 2024.

Entre decenas de impugnaciones, realizadas por miembros de la CNM, la prórroga al periodo de la dirigencia fue a dar al TEPJF, donde la magistrada ponente Janine Otálora dictaminó que había violaciones a los derechos de los militantes. Sin embargo, cuatro de los siente magistrados votaron contra el proyecto de la magistrada, el pasado miércoles 19, avalando así la reforma.

“Lo que estamos viendo es una rearticulación de la partidocracia como tal, que busca consolidar el poder de élites de los diferentes partidos y se alejan de las bases… eso explica el intento del Plan C cuando Morena se alía con el PRI y hasta con el PAN para eliminar las facultades del TEPJF. En nuestro caso hubo una presión de las élites de Morena para que el tribunal no protegiera los derechos de militantes”, sostiene Ackerman en entrevista con Proceso.

Las presiones a las que se refiere son públicas: desde el domingo 16, un desplegado de los 20 gobernadores y luego, el martes 18, de todos los dirigentes y consejos nacionales y estatales exigieron al TEPJF que no perturbara la vida interna del partido.

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