Para el Inolvidable Chendo

Para Rosendo Arrayales, siempre  persistente y congruente en su lucha.

“Entre los individuos como entre las naciones el respeto al derecho ajeno es la paz”– Benito Juárez García.

En las primeras horas de ese domingo decembrino de 1999, un grupo de oficiales del gobierno municipal desmantelaron y retiraron las casetas instaladas una noche antes alrededor del Mercajeme porque no tenían el permiso.

Al día siguiente, el alcalde Javier Lamarque encabezó un evento cívico en la plaza Álvaro Obregón y cuando se dirigía rumbo a palacio municipal, fue perseguido a empujones por un grupo inconforme de locatarios.

Un breve y ríspido diálogo se registró en oficinas del segundo piso, que fue zanjado con un frase que le espetó el entonces alcalde perredista a José Esparza Garibay, quien le pedía una explicación de sus actos.

“Fue por un principio de autoridad”, alegó en voz alta Lamarque Cano, al tiempo que señalaba con el dedo índice a sus interlocutores, que se retiraron rumiando su frustración ante la repuesta tajante del vecino de la colonia Ladrillera

Esta escena de su primera vez como alcalde contrasta con las recientes declaraciones evasivas para cumplir con su deber ante los actos vandálicos en que derivó la marcha del 8M.

La versión de que los elementos policiacos no actuaron ante la flagrancia de un grupo de jóvenes suena prudente, pero incompetente  porque tan respetable es la vida de quienes marcharon como quienes laboraban en el edificio.

Habría que recordarle al sociólogo que despacha como alcalde que el uso legítimo de la fuerza es exclusivo de la autoridad para salvaguardar la integridad de las personas, su patrimonio, derechos y mantener el orden público.

Y quienes ejercen un poder público juran cumplir y hacer cumplir la ley, para eso se les paga no para poner pretextos o cuidar una imagen pública en detrimento del ciudadano que aporta los recursos vía impuestos.

Nos quejamos con razón que no debemos normalizar la violencia, pero ¿se le abona cuando se fomenta la impunidad o el alcalde de Cajeme va pagar con sueldo los casi 300 mil pesos que costará la reparación del inmueble?

Más lamentable aún el proceder de quienes amagaron a los colegas Columba Chávez de Éxodo y Miguel Santoyo de Megacanal y cuestiono: ¿desde cuándo se privatizó el espacio público para impedir o condicionar una cobertura?

Eso se llama censura y es repudiable venga de donde venga en defensa del derecho a la libertad de expresión, un bien que se protege en la constitución y la autoridad está para garantizar ese derecho sin vacilaciones.

Más condenable cuando quien que se asumen como víctima se convierte en victimario inclusive de mujer contra mujer, pues su motivación no es un ánimo de justicia sino de venganza, no buscan quién lo hizo sino quien lo pague.

Así no se puede avanzar con todo y lo legítimo que tiene la protesta femenil. ¿O acaso las madres buscadoras, Javier Sicilia, los LeBarón, las madres de Ayotzinapa o la guardería ABC anteponen su dolor y apelan a la violencia en su lucha por justicia?

Qué viva México, como reza la nueva producción del cineasta Luis Estada. Y solo agregaría, pero sin simulación de las autoridades ni la confrontación estéril de sus habitantes, por ahora lo más lejano al estado de paz que tanto nos urge.

Aspiramos a la eucrasia o gobernanza…no una oclocracia estridente sin sentido.

Por Aureliano Rincón Candelas

TW: @Navojeme

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