Maíz transgénico: productores sonorenses «le sacaron la vuelta»
ESPECIAL, mar. 24.- Aunque el 90% del maíz transgénico que se importa es para el consumo del ganado, en Sonora los rancheros rechazan comprar este grano en Estados Unidos por lo que el impacto de prohibir su consumo es irrelevante, aunque amplía el desarrollo de nueva tecnología alimentaria.
Sin embargo, investigadores locales consideran que para elevar la producción del grano en suelo nacional debe explorarse el uso de maíz híbrido y el desarrollo de tecnología genética que use los mejores genes del maíz nativo (cisgenia).
En México la demanda anual de maíz es de 45 millones de toneladas entre amarillo y blanco, de los cuales se importan 16 a 18 millones de toneladas del primero y entre 4 y 6 millones de toneladas del blanco, pese a ello hay un déficit, sobre todo para el sector agropecuario.
En Sonora, los rancheros compran al mes 10 mil 000 toneladas de maíz para el ganado en Sinaloa y Chihuahua, por su cercanía y de acuerdo a Juan Ochoa Valenzuela, presidente de la Unión Ganadera Regional de Sonora (UGRS), no importan grano de Estados Unidos.
En diciembre de 2020, el Gobierno mexicano emitió un decreto en el que ordena eliminar el uso del maíz transgénico hacia enero de 2024.
Ante esto, el Gobierno estadounidense ha insistido que la decisión de México de eliminar gradualmente las importaciones de maíz transgénico causará “un grave daño económico” a los agricultores de Estados Unidos y a los productores mexicanos que a su vez dependen de este insumo para alimentar a su ganado.
El maíz transgénico desde su inicio está prohibido en México, aunque se dieron permisos para sembrar parcelas demostrativas de maíz en Sonora y Sinaloa en 2009, pero en 2018 se eliminaron todos esos permisos.
Los expertos coinciden que desde el punto de vista científico no hay evidencia para decir que el maíz transgénico que consume el ganado, podría ocasionar daño a la salud humana y aunque se pueden realizar estudios, hasta ahorita no hay análisis certeros en el sector agropecuario.
Mayor riesgo, mayor ganancia
Luis Alberto Peinado Fuentes, investigador titular C del Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias (Inifap) en el Campo Experimental Valle del Fuerte ubicado en Juan José Ríos, Guasave, Sinaloa y participante del Programa de mejoramiento genético de maíz, considero que el tema del maíz transgénico es delicado pues pone en riesgo el patrimonio cultural que representa el maíz para México.
En 2009, la empresa Monsanto Comercial obtuvo la autorización para la producción experimental de maíz en Inifap en Cajeme, Sonora, de igual forma, la empresa Dow Science/PHI obtuvo tres permisos de la Sagarpa para sembrar maíz experimental en el Valle del Yaqui y Huatabampo.
Preciado Fuentes indicó que en esa época en la mayoría de los estados de México se sembró con permiso y también de forma clandestina, sin embargo en el 2018 se removieron todas las autorizaciones, incluso para la siembra experimental.
El maíz transgénico es aquel que tiene un gen o varios con una funcionalidad específica que no proviene del propio maíz. El maíz transgénico contiene un gen BT que proviene de la especie Bacillus thuringiensis que le permite al maíz producir una proteína que lo hace resistente al gusano cogollero (Helicoverpa armigera) principal plaga de este cultivo en sur de Sonora y Sinaloa.
También necesita forzosamente el glifosato pues está diseñados para resistir a este químico que es un poderoso plaguicida, lo que da mayor competitividad al cultivo, pero sin el glifosato el cultivo perece, de manera que no sólo hay que comprar la semilla, sino también el plaguicida. Esta semilla además es tecnología patentada, explicó el investigador del Inifap.
Aún no hay evidencia de daños a la salud
Desde 2010 en Estados Unidos se hizo un estudio para monitorear el impacto del maíz transgénico en la salud y la verdad hasta ahora no se ha encontrado evidencia suficiente para decir que este cultivo pueda dañar a la salud humana, ni a la animal, sin embargo la discusión se centra en los nutrientes que se forman en el maíz transgénico, pues al acumularse genes de otras especies se pueden generar proteínas que sean perjudiciales pero eso es precisamente lo que no sabe con certeza. Para estos estudios se ocupa tiempo y muchos recursos, explicó el investigador.
Uno de los principales problemas, —dijo— es que si México llegara a adoptar esta tecnología considerando que la base de su alimentación es el maíz, corre el riesgo de perderse el maíz nativo o criollo, o sea los originarios de nuestro país.
“Hay estudios en Oaxaca que donde se ha demostrado que las variedades criollas de maíz están contaminadas ya con maíz transgénico y si eso se da en Oaxaca, creo que ya muchas de las variedades nacionales tienen ya trazas de material genético patentado”, indicó.
Explicó que el peligro de esto es que ofrece oportunidad para que las empresas que desarrollaron los genes, reclamen que hay robo de tecnología por parte de los productores nacionales en un producto que es patrimonio de la nación.
La opción del maíz híbrido
Reconoció que uno de los beneficios del maíz transgénico es que produce muchísimo más que una variedad normal, ante esto una alternativa es usar maíces híbridos que ya se manejan en el sur de Sonora, en Sinaloa, Guanajuato y Jalisco.
El maíz híbrido aprovecha la propia genética del maíz mediante la selección de los mejores genes de diferentes tipos de maíz nativo, pero esta técnica requiere de mucho tiempo para lograr los mejores resultados con una producción de 15 a 16 toneladas en la zona de Sinaloa, comentó.
Luis Alberto Peinado Fuentes explicó que además hay proyectos para mejorar el maíz mediante la cisgenia que es acelerar la mejora de la hibridación del maíz mediante trabajo de ingeniería genética sin necesidad de esperar a la incorporación de las mejores características a través de varias generaciones. Se trata de insertar genes fuertes pero del mismo maíz (cis genes), sin utilizar genes de otras especies (trans genes).
Sin estrategias para la suficiencia alimentaria
México está tratando de producir lo que consume, pero no se ha podido encontrar un plan exitoso para llegar a la suficiencia alimentaria.
Desarrollaron la ley de maíces nativos que estuvo en auge en 2021, donde se pedía por ley favorecer el uso de maíz nativo para consumo y esto es factible para regiones de temporal probablemente es proyecto factible.
Pero en regiones de alta producción como Sinaloa, Guanajuato, Jalisco e incluso el sur de Sonora, es una medida riesgosa porque los maíces nativos en sus condiciones más favorables no pasa de las siete u ocho toneladas de producción, no así los maíces híbridos que generan entre 12 y 16 toneladas por hectáreas.
En México la demanda anual de maíz es de 45 millones de toneladas entre maíz amarillo y blanco, de los cuales se importan 16 a 18 millones de toneladas de maíz amarillo y 4 a 6 millones de toneladas de maíz blanco.
El uso de maíz transgénico se podría sustituir, pero hasta la fecha de hoy no ha habido una estrategia exitosa ni recursos para desarrollar programas que permitan el desarrollo de tecnología para aumentar la productividad en las regiones maiceras y satisfacer la demanda nacional. “Se da en el discurso pero no se han hecho acciones concretas para este fin, esto aunado al encarecimiento de los insumos de la actividad”, lamentó.
Otras consecuencias graves
De acuerdo a los investigadores Bethel Marina Luna Mena y J. Reyes Altamirano Cárdenas, de la Universidad Autónoma Chapingo las consecuencias de la liberación comercial de maíz transgénico son ecológicas, agronómicas y socioeconómicas.
En su artículo Maíz transgénico: ¿Beneficio para quién?, publicado en la revista Estudios Sociales del CIAD en Hermosillo (vol. 23 no.45 ene./jun. 2015) los analistas señalan que las consecuencias ecológicas son respecto a los efectos aún desconocidos y difíciles de predecir, pero que se sabe con certeza serán irreversibles si se contaminan las razas nativas del país. Tales efectos no son comparables con ningún otro país debido a que México es el centro de origen y diversificación del maíz.
Las consecuencias agronómicas tienen que ver con la aparición de superplagas y supermalezas resistentes, así como la afectación a organismos benéficos para la agricultura y biodiversidad.
Mientras que las socioeconómicas y culturales, es porque la liberación del maíz transgénico pone en peligro la subsistencia de los campesinos mexicanos, atentan contra la seguridad alimentaria y fomentan la apropiación del conocimiento y saberes tradicionales de los agricultores.
Los investigadores consideran que el beneficio del maíz transgénico es solo para las grandes corporaciones transnacionales que mediante el control y la apropiación del conocimiento y los saberes tradicionales ancestrales de los campesinos mexicanos, patentan organismos vivos, con los cuales lucran y generan un negocio en torno a las semillas, en perjuicio de los agricultores de subsistencia, la biodiversidad genética del país y de la seguridad alimentaria que afecta a toda la sociedad.
Guillermo Frescas | El Sol de Hermosillo
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