¿Otras tentaciones?

Mons. Sigifredo Noriega Barceló

“El ayuno y las tentaciones de Jesús” Mateo 4, 1-11

Hemos iniciado el tiempo litúrgico de Cuaresma con el signo de la ceniza sobre nuestra cabeza. Esto pudiera parecer anacrónico, sucio, muy lejos de la sensibilidad del hombre ‘esterilizado’ de nuestro tiempo. A pesar de todo, el miércoles de ceniza sigue siendo el día del año que contabiliza más visitas a los templos.

Impresiona ver llegar rostros que reflejan las huellas de la vida, con sus miedos, luchas y fatigas; al mismo tiempo, muestran los deseos de volver a la Iglesia, su casa madre, donde un día con el bautismo, inició el camino de/hacia la vida. La decisión de pedir la ceniza muestra la aceptación de la condición humana y la memoria viva de haber recibido la luz de la fe…

No hay persona que no permanezca unos minutos hablando con el Padre de todos después de recibir la ceniza. ¿Qué le habrán dicho? ¿El fin de la enfermedad y las violencias? ¿Un buen temporal? ¿Poder vencer la tentación del desánimo, la desesperanza, la impotencia?

Con este gesto sencillo, humilde y profundo nos hemos puesto, otra vez, en el camino de la conversión. Ésta incluye volver a Dios, revisar la misión encomendada, alimentar la esperanza de una vida que valga la pena… No hay tiempo más oportuno para buscar y recibir el perdón generoso de Dios y rediseñar una vida cristiana más acorde al Evangelio.

Contamos con cuarenta días para atravesar el desierto, celebrar la Pascua de Jesús y visualizar la nuestra. La Cuaresma convierte el tiempo de cada creyente en oportunidad de oro para profundizar en la fe, cultivar el amor en todos sus modos, purificar las intenciones, afianzar las razones que dan sentido a la vida…

 La experiencia/testimonio de Jesús al hacer frente al tentador es guía para quienes han decidido emprender este camino hacia la Pascua. El discípulo sabe que afrontará las mismas tentaciones de Jesús, en nuevos entornos y escenarios. Sería buena inversión espiritual ser empático con Jesús, mirar con sus ojos y enfrentar con la Palabra en el corazón las diatribas del maligno. ¿Qué tentaciones? En el fondo son las tres más determinantes de todo ser humano: comer y subsistir haciendo a Dios a un lado, querer hacer lo más práctico aunque no sea lo más conveniente y el deseo de usar la religión con el afán de dominar a los demás.

Jesús venció la tentación a fuerza de oración, escucha, ayuno y amor sin reservas. Cómo nos vaya, va a depender de la atención a la Palabra de Dios, la fe sólida, la lucidez para vencer las descaradas tentaciones de la mundanidad, la confianza en el plan salvífico de Dios, la constancia en el amor sencillo y humilde de cada día.

“No nos dejes caer en la tentación…”, pedimos diariamente en la oración que Jesús, vencedor de todas las tentaciones, nos sigue enseñando. Sigamos su camino, el único que nos puede conducir a la abundancia y plenitud del Reino de Dios.

Dios derrame su misericordia sobre todos los peregrinos hacia la Pascua.

Originario de Granados, Sonora.

+ Obispo de/en Zacatecas

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