Ovidio Guzmán: una vida llena de lujos en la zona rural de Culiacán; desde Rolex hasta Mercedes Benz

ESPECIAL, ene. 9.- Ovidio Guzmán, El Ratón, tenía un escorpión como mascota. El hijo del Chapo Guzmán se tomaba muy en serio, desde su propia casa, el sobrenombre que su padre le puso de niño.

Muestra de ello también es que en el gran árbol de Navidad, colocado en uno de los patios de su casa, hay más peluches de ratones -muchos de ellos con coronas- que de esferas.

MILENIO recorrió la casa de uno de los líderes del Cártel del Pacífico, quien fue detenido la madrugada del jueves por fuerzas federales en la sindicatura de Jesús María en Culiacán, Sinaloa.

La entrada a lo más íntimo de su hogar como puertas y ventanas está repleta de orificios por la metralla que dejó caer el Ejército.

Apenas uno entra, a la izquierda, los sillones de la sala están unos sobre otros y lo que parecieran un par de mesas de centro están destruidas, cuya madera se combina con las balas percutidas que quedaron del enfrentamiento en el piso cual alfombra.

Esa escena quizá ejemplifica todo lo que quedó, tras el operativo, de la casa del hijo del Chapo Guzmán.

A decir de los pobladores de Jesús María, lo que más pudo afectar a Ovidio Guzmán fue que sus hijas de 9 y 3 años, respectivamente, resultaran heridas, y es que en la habitación de las menores, la colcha color rosa que cubría una de las camas tiene rastros de sangre.

Las dos camas, con sus respectivas cabeceras en forma de orejas de Mickey Mouse, color rosa, con un moño blanco, tienen sus almohadas con sus nombres grabados: Adrianita y Griseli.

En el baño de este cuarto también hay varias manchas de sangre y en el cuarto de un costado, los cajones están todos abiertos con un poco de ropa y ganchos en el piso.

En el cuarto de al lado que pareciera el principal, el de Ovidio Guzmán, hay una cama king size con sábanas color beige y un par de sillones individuales con una pequeña mesa.

A un lado está un lujoso baño con tina de hidromasaje, en el que, como casi todos, hay manchas de sangre en el piso; enfrente está una habitación con ropa y, quizá, lo más íntimo de Ovidio Guzmán: cajas de relojes Rolex, joyería Marta Peña y bolsas de otras marcas de lujo como Prada o Chanel.

Enfrente hay otra habitación con un par de camas y ropa sobre los colchones. En el cuarto de al lado solo hay juguetes. En el cuarto de lavado es donde hay más rastros de sangre en el piso y en ropa.

Detrás hay un par de cuartos con literas que, de acuerdo con pobladores, eran utilizados por los sicarios que cuidaban a Ovidio. Ahí también está todo revuelto: ropa y colchones en el piso, incluso manchas de sangre en las paredes. A un costado está un par de baños en los que hasta en los lavabos había casquillos percutidos de la refriega del jueves pasado, cuyo intercambio entre crimen organizado y fuerzas federales duró más de siete horas en Jesús María: no hay parte de la residencia de Ovidio Guzmán que no tenga rastros de bala, muchos de Barret calibre 50.

A un costado de dichos cuartos, está un nacimiento con imágenes de gran tamaño, pero eso no es lo que destaca, sino que en la parte de atrás hay un par de granadas que no explotaron y que incluso las autoridades colocaron cordones color rojo con la leyenda “peligro” para que nadie pasara.

Frente a esta área está una gran barra con un refrigerador y todos los electrodomésticos necesarios para una cocina, la cual ya había adentro. Aquí es donde estaba una pecera con el escorpión como mascota que tenía Ovidio Guzmán, la cual todavía tenía un paquete de grillos que se le daba de alimento.

A un lado está el árbol de Navidad que, en su gran mayoría, tiene peluches de ratones como decoraciones.

En este gran patio delantero con techos de teja y hoja de palmera que cubren varios cajones de estacionamiento, algunos seguían ocupados por automóviles de lujo como camionetas marca Mercedes Benz o vehículos RZR, conocidos como todoterreno, además de varias cuatrimotos, las cuales ya estaban movidos respecto al día anterior.

Las mantas ya no cubrían ningún vehículo, todos con impactos de bala, pues ni los escoltas ni las llamadas troneras, hoyos que los sicarios hacen en las paredes que rodean al inmueble para utilizarlos como parapeto por si algún grupo rival o autoridad se acerca, funcionaron.

Ayer, ya ningún militar resguardaba este lujoso inmueble con construcción de tabique rojo, candelabros, un portón de madera y una palma de Chusan con su propio jardín delimitado, donde, hasta hace unas horas, vivía Ovidio Guzmán, y que para llegar hay que tomar, forzosamente, por arriba o por debajo, caminos de terracería en camioneta, o bien, a pie.

Las que sí permanecían afuera de la casa del hijo del Chapo Guzmán eran varias camionetas modificadas, conocidas como monstruos, cuyos cristales, aun del blindado, terminaron destrozados por la metralla oficial y que también dan cuenta de la cruenta batalla del jueves negro, de un nuevo Culiacanazo.

Algunos pobladores de Jesús María recorrieron también en estos días el interior de la casa de uno de los líderes del Cártel de Sinaloa, pero sobre todo de su vecino y protector, a quien todos llaman Ovi…

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