-¡Se acabaron los abrazos!… ¿Y?

Tras los aspavientos que provocó la recaptura de Ovidio Guzmán, creo pertinente hacer el recuento de los daños, a partir de algunas consideraciones, más allá de narrativas oficiosas y su contraparte.

El hecho es una victoria para el gobierno de Andrés Manuel López Obrador al sacarse la espina que traía desde octubre del 2019, cuando soltaron al hijo del Chapo Guzmán, pero también porque tumba el discurso de quienes lo acusan de un pacto con el cártel de Sinaloa por sus constantes visitas a Badiraguato, que incluye el polémico saludo a la mamá del capo.

La mezquindad con que la oposición se resiste a reconocer el mérito y alegan que se trata de un golpe espectacular para complacer a los Estados Unidos ante la próxima visita de Joe Biden, es la misma que tuvieron los que hoy gobiernan en febrero de 2014, cuando se recapturó a Joaquín Guzmán en Mazatlán, Sinaloa.

Y para muestra ahí están los tuits que por esa fecha lanzaron el tabasqueño y la #2 de Morena, Citlali Hernández, que por su contenido nos recuerdan que no es lo mismo ser borracho que cantinero.

En ese entonces AMLO aseguró que «la detención de Joaquín Guzmán Loera no resuelve de fondo el problema» (cierto), pero que se convierte en un boomerang si se aplica a la reciente detención de otro miembro de la familia Guzmán. Así que el tema no es como para festinar con exageración y debe caber la mesura.

La idea de López Obrador coincide con lo publicado por la revista Proceso en abril 2010, donde en su portada trae el encabezado: El Mayo Zambada a Julio Scherer García: «Si me atrapan o me matan… nada cambia».

En la entrevista, el capo cuestiona el proceder del Ejército en los operativos para capturar a los barones de la droga y expone al periodista:

«El resultado es el número de víctimas que crece incesante. Los capos están en la mira, aunque ya no son las figuras únicas de otros tiempos.

 – ¿Qué son entonces? –pregunto.

Responde Zambada con un ejemplo fantasioso: –Un día decido entregarme al gobierno para que me fusile. Mi caso debe ser ejemplar, un escarmiento para todos. Me fusilan y estalla la euforia. Pero al cabo de los días vamos sabiendo que nada cambió.

 – ¿Nada, caído el capo? –El problema del narco envuelve a millones.

¿Cómo dominarlos? En cuanto a los capos, encerrados, muertos o extraditados, sus reemplazos ya andan por ahí.

A juicio de Zambada, el gobierno llegó tarde a esta lucha y no hay quien pueda resolver en días problemas generados por años. Infiltrado el gobierno desde abajo, el tiempo hizo su “trabajo” en el corazón del sistema y la corrupción se arraigó en el país».

De acuerdo al testimonio de Scherer García, el  Mayo Zambada asegura que la lucha contra el narcotráfico está perdida, a lo que el reportero de Proceso escarba:

– ¿Por qué perdida? –El narco está en la sociedad, arraigado como la corrupción.

Y mientras tanto, la violencia criminal y la descomposición social siguen ahí. No se avizora un escenario favorable mientras en Estados Unidos demande droga para sus 23 millones de adictos y hacia México siga el contrabando de armas, cuyo destino es para quienes se dedican al negocio de los estupefacientes.

Allá se mueren 100 mil personas al año por consumo, acá la tercera parte de esa cifra por la disputa de ese mercado de adictos, gracias a una frontera porosa de 3 kilómetros.

Nada nuevo bajo el sol por ahora. La hipocresía política sigue de moda frente a esa penosa realidad. Y como sociedad no estamos, lamentablemente, a la altura de un conflicto tan complejo.

Consultar entrevista al Mayo en: https://bit.ly/3XjGpMp

Aureliano Rincón Candelas

Twitter: @navojeme

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